martes, 23 de abril de 2013

Leyendas Incas.

El lago Titicaca.
Hace mucho tiempo, el lago Titicaca era un valle fértil poblado de hombres que vivían felices y tranquilos.
Nada les faltaba; la tierra era rica y les procuraba todo lo que necesitaban. Sobre esta tierra no se conocía ni la muerte, ni el odio, ni la ambición. Los Apus, los dioses de las montañas, protegían a los seres humanos.
No les prohibieron mas que una sola cosa: nadie debía subir a la cima de las montañas donde ardía el fuego sagrado.

Durante largo tiempo, los hombres no pensaron en infringir esta orden de los dioses. Pero el diablo, espíritu maligno condenado a vivir en la oscuridad, no soportaba ver a los hombres vivir tan tranquilamente en el valle.
El se ingenio para dividir a los hombres sembrando la discordia.
Les pidió probar su coraje yendo a buscar el fuego sagrado a la cima de las montañas.

Entonces un buen día, el alba, los hombres comenzaron a escalar la cima de las montañas, pero a medio camino fueron sorprendidos por los Apus.
Estos comprendieron que los hombres habían desobedecido y decidieron exterminarlos. Miles de pumas salieron a las cavernas y se devoraron a los hombres que suplicaban al diablo por ayuda.
Pero este permanecía insensible a sus suplicas.

Viendo eso, Inti, el Dios del sol, se puso a llorar. Sus lagrimas eran tan abundantes que en cuarenta días inundaron el valle.
Un hombre y una mujer solamente llegaron a salvarse sobre una barca de junco.
Cuando el sol brillo de nuevo, el hombre y la mujer no creían a sus ojos: bajo el cielo azul y puro, estaban en medio de un lago inmenso. En medio de esas aguas flotaban los pumas que estaban ahogados y transformados en estatuas de piedra.

Llamaran entonces al lago Titicaca, al lago de las pumas de piedra.



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